domingo, 26 de noviembre de 2006

Coleccionista: ¿Se hace ó se nace?





El coleccionismo es una de las pocas actividades en el mundo que atravesó la historia de la humanidad sobreviviendo a diversas culturas, modas y revoluciones; marcando un punto en común entre: niños y adultos, hombres y mujeres, ricos y pobres, monarcas y plebeyos, creyentes y ateos etc.
En éste artículo haremos un breve recorrido por los distintos rincones del coleccionismo en un intento por averigüar si el ser humano es ó no coleccionista por naturaleza...

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La palabra coleccionar proviene de colectar que significa juntar cosas del mismo género. Por hobby, aprendizaje, nostalgia, ostentación, terapia o inversión, éste verbo siempre se valió de buenas excusas para ser conjugado por el hombre en todos sus tiempos verbales. Hasta nuestros días, no hay pruebas fehacientes que determinen históricamente un presunto comienzo del afán por coleccionar cosas, pero mirando hacia atrás, se puede observar que, desde la aparición de las primeras civilizaciones, el ser humano siempre tuvo la tendencia al acopio de distintos elementos de un mismo género, y quizás, esa tendencia primitiva haya sido la manifestación de un “coleccionismo inconsciente”, es decir, no reconocido como tal.

Un claro ejemplo de esto pueden ser los indios jíbaros del Amazonas, los cuales tenían el hábito de conservar las cabezas de sus enemigos mediante un complejo proceso de momificación que las reducía hasta el tamaño de un tomate. Se dice que estas tzantzas o cabezas reducidas (en lengua jíbara) representaban algo así como un trofeo de guerra para éstos indios; pero más allá del porqué de las tzantzas, lo cierto es que los jíbaros no se desprendían de ellas, por lo contrario, las conservaban, eran juntadores de esas cabezas, ¿eran coleccionistas?
Pensar en los jíbaros como “coleccionistas inconscientes”, es pensar entonces que, todo ser humano es un coleccionista en potencia, inconsciente o no. Pero, ¿cómo nace esta “necesidad” de juntar cosas, a veces hasta inservibles?; muchos estudios se hicieron al respecto y la mayor parte de ellos señalan al coleccionismo como una actividad vinculada a la ostentación, la excentricidad, la competencia, el egocentrismo, en síntesis, una actividad que se realiza en forma individual pero con objetivo social.
La psicopatología por ejemplo, que es la rama de la psicología que estudia las enfermadades psicológicas, considera al coleccionismo como una conducta ligada a naturalezas maníacas y megalómanas, estrechamente relacionada con comportamientos premórbidos, como la usura o la avaricia.
José Repolles en cambio (autor de La Filatelia 1972 Ed. Bruguera) prefiere dar una teoría más sutil respecto a la naturaleza del coleccionista. En su libro Repolles habla de la pasión del coleccionismo y dice:
Latente o manifiesta, creo que existe en todo hombre la inclinación innata a coleccionar, acaso por mimetismo, o por repetición mecánica de actos, por situación de aspiraciones irrealizables, por deseo de acrecentar lo que se posee, por vanidad o por emulación. Me refiero a la inclinación inconsciente; la consciente y cultivada descansa por lo general en propósitos nobles y generosos. No obstante, si el deseo degenera en pasión y esta se exacerba, podemos hallar coleccionistas cleptómanos, incendiarios y criminales, a quienes no guió, en la comisión del acto delictivo, sino la pura pasión del coleccionista.

Pero más allá de generalizar al coleccionismo en un intento por encontrar la explicación a su naturaleza, a veces solo alcanza con ver el elemento a coleccionar para explicar porqué tal individuo colecciona tal cosa.
Son prácticamente innumerables los elementos utilizados en el mundo como objetos de colección, algunos resultan curiosos cocmo por ejemplo: una colección de fotos de ombligos, otros resultan únicos, como una colección de los restos de un determinado globo aerostático estrellado en la superficie. Pero más únicos y curiosos a veces resultan cierto coleccionistas. Por ejemplo, un coleccionista único,puede ser alguien que posea la mayor acumulación de obras de Picasso. Un coleccionista curioso, puede ser alguien que coleccione los pedazos de uñas de Picasso. Si, uñas!, y precisamente de esta tarea se encargaba Marie-Thérèse Walter, la primera amante de Picasso. El artista adoraba que le corten las uñas y Marie-Thérèse fue guardando cada pedacito que pudo en un sobre. Ahora bien, sabemos que hay distintos tipos de coleccionismos, coleccionistas y colecciones, pero es quizás, la acumulación de antigüedades y afines el más popular y, porqué no, antiguo de todos los coleccionismos manifiestos.
Primeramente, fueron los sacerdotes con poder político quienes atesoraban reliquias. Luego, con la burguesía, tal tarea fue reservada sólo para pudiemtes o intelectuales. Pero es en el s. II a.c cuando los romanos, debido a su amor por el patrimonio histórico, "inventan" lo que hoy conocemos como coleccionismo de antigüedades.
Una de las primeras y más importantes colecciones del género fue la del duque de Berry (s. XIII), quien a su vez impuso la moda de coleccionar en su época.
Y es en s. XVII cuando este coleccionismo se degenera en fanatismo. Los burgueses amantes a la orfebrería llegan hasta a “falsificar” vasijas de plata arrojándolas por las escaleras, provocándoles así, una vejez prematura. Y aunque las autoridades de la época finalmente prohibió el uso de metales nobles; la Monarquía hizo caso omiso a las leyes y continuó con el uso y abuso del lujo hasta el s. XVIII, momento en que se consagran las antigüedades por el gran despliegue de técnicas y materiales con que los objetos eran realizados.
Entre 1790 y 1830, las reliquias tocan fondo, debido a las revoluciones y crisis de la época.
Finalmente, a mediados del s. XIX, tanto el coleccionismo como el comercio de antigüedades, se normalizan y van creciendo progresivamente hasta llegar a ser lo que hoy conocemos como tal. La categoría propiamente denominada “coleccionables” o “temática”, históricamente tambien tuvo sus protagonistas, algunos de los cuales se consagraron como los más destacados en la materia: El doctor Gray, oficial del British Museum y primer coleccionista de sellos postales. Gray inició su colección en 1840, mismo año en que se crearon los sellos.
Philippe de la Renotière von Ferrari, célebre y acaudalado aristócrata austríaco y además,el mayor coleccionista de sellos conocido en la historia.
Franklin Delano Roosvelt, además de presidente de EE.UU, fue también coleccionista de sellos y fue quien impuso la moda de hacerlo en su país.
Thomás Francisco Prieto (España s. XIII) fue , al paracer, el primer coleccionista de numismática.
Eduard Fuchs (década del ’30), propietario de una de las mayores colecciones del mundo de caricaturas, arte erótico y cuadros de costumbres.

En cuanto a la pregunta flotante que nos convoca, si coleccionista ¿se hace o se nace?; cuál sería la diferencia si al parecer, natos o no, a todos ellos los desvela el mismo pensamiento; “el saber que su tarea es felizmente una historia sin fin”,ya que en el fondo esperan siempre encontrar un ejemplar más que ellos no posean en su actual colección.Y si de teorías y definiciones se trata, que mejor que la que dió Balzac alguna vez refiriéndose a los coleccionistas parisinos de su época: Tienen aspecto de no apegarse a nada. Andan como en un sueño, sus bolsillos están vacíos, sus miradas como vacías de pensamientos, y uno se pregunta a que especie de parisinos pertenecen. Estas gentes son millonarias. Son coleccionistas; los hombres más apasionados que hay en el mundo...


Nota de Autor: Éste artículo ha sido escrito en base a una recopilación de datos extraídos de las siguientes FUENTES

http://www.ucm.es/ http://www.cope.es/
www.designmp.com/es
Revista El País Semanal
La Filatalia
por José Repolles 1972 Ed. Bruguera

sábado, 25 de noviembre de 2006

La vida entera...en un sólo e-mail


-Crónica de la pequeña pregunta que tuvo una gran respuesta-

Hace años ya que me dedico al e-commerce y éste revolucionario sistema de venta electrónica no cesa de darme grandes satisfacciones. El dinero, el aprendizaje y la experiencia son algunas de ellas.Pero lo más importante y de valor incalculable que me brinda el e-commerce, es la posibilidad de conocer personas increíbles que de otra manera -tal vez- jamás conocería...
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Hubo una vez que publiqué una antigua medalla que no superaba los u$s 3 de venta.Asi conocí a Ernesto...un entusiasta coleccionista que había ofertado por la medalla en cuestión y finalmente ganó la subasta.

Ni bien obtuve sus datos a través de un e-mail, comencé la rutina de "contactar al comprador".

Ernesto respondió mis mensajes enseguida.

Y con su primera respuesta, me dí cuenta al instante que me había topado con alguien más que un simple comprador.

Es que Ernesto tenía una manera muy particular de escribir. Sus oraciones desbordaban de armonía y de una elegancia de antaño que utilizaba hasta para decir 'buenas tardes'.¿Era Ernesto un letrado de mundo ó yo era una jóven ignorante fácil de sorprender?

No lo sabía y quice averiguarlo.

Y entonces en el tercer mail que me tocaba enviarle le hice una pregunta simple, fácil y concisa que de acuerdo a lo que me respondiera yo me daría cuenta con qué tipo de persona estaba tratando.

¿A qué se dedica?...fue la pregunta!

Y ésta, fue su respuesta:

Hola "Ojo de Tigresa", gracias por tu amable mail de ésta fecha informándome sobre los datos del envío correspondiente a la medalla.

Me preguntas a qué me dedico? Dejame empezar por decirte quien soy y que he hecho en 81 años de mi vida. Soy venezolano, Ingeniero de Petróleo, graduado en la Universidad Central de Venezuela, con dos post-grados en Refinación y en Producción de Petroleo en las Universidades de Oklahoma y de Tulsa, ambas en el Estado de Oklahoma, USA. Comencé mi PhD, pero fuí llamado por mi Gobierno para ésa época y no pude terminar mi último semestre para obtener el título grande de Doctor. Sin embargo por un corto curso que faltaba, logré el título final. Soy pionero y veterano de todos los campos petroleros del país donde trabajé muchos años. Un día me llamaron para ofrecerme la Embajada de Venezuela en Irán, pero no pude aceptar por enfermedad grave de mi esposa, quien meses después murió. Me enviaron como Ministro de la Embajada en Ottawa, Canadá, donde estuve 6 años. Luego me llamaron a Caracas, fuí Vice Presidente de la Cámara Petrolera de Venezuela y posteriormente me nombraron Embajador para Libia. Tuve inconvenientes políticos para ésa época y no acepté el cargo. Luego fuí de Embajador por un año a Nigeria y regresé a Caracas, hasta que finalmente en 1993 fuí enviado como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Venezuela para Baghdad, Iraq, durante 6 años en la época de Saddam Hussein. Debo mencionar que a la vez actué como Embajador en Jordania.

Regresé a Venezuela en 1999, cansado con 76 años. Me operaron de la columna pero inmediatamente me repuse y luego me jubilaron y ahora estoy en mi casa, frente a un computador, actuando en mis pasatiempos de la mejor manera posible, camino, pago el teléfono, la luz, el agua y a veces voy al mercado, pero vivo alegre y creo -si Dios quiere- que llegaré o sobrepasaré los 90 años. Mi segunda y actual esposa es Psicóloga Clínica y los dos vivimos una vida alegre, armoniosa estando solos porque las hijas están casadas y con hijos, y esos "carricitos" molestan que dá gusto.

Bueno "Ojo de Tigresa", me dá gusto escribirte tan rápido como puede mi cerebro y mis dedos. Espero tu e-mail ésta tarde o a más tardar mañana por la mañana. Recibe mis saludos muy cordiales y afectuosos, esperando estés bien y "echando p'alante". Te deseo lo mejor, con gran afecto, ERNESTO.

¿Era Ernesto un letrado de mundo ó yo era una jóven ignorante fácil de sorprender?Seguía sin saberlo, pero eso ya no importaba.

Lo único importante después de leer su respuesta fue que gracias a una pequeña pregunta tuve la fortuna de conocer a una gran persona...una persona increíble.

¿Porqué Leer?


¿Porqué leer?...Parece una pregunta tan obvia, como preguntar porqué comer. Sin embargo las estadísticas demuestran que cada vez hay menos lectores.
Como escritora, siempre me he formulado las preguntas más egocéntricas: ¿Porqué escribir? ¿Tengo algo realmente importante que decir que sea también importante para alguien más?Pero pocas veces me he puesto en los zapatos de un lector (a pesar de considerarme uno).
El motor de un escritor puede ser sus ganas de decir algo y tal vez ganar dinero con eso, pero ¿Cuál es el motor de un lector?, es decir ¿Porqué leemos? y si no lo hacemos ¿Porqué deberíamos hacerlo?

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Cuando fuimos chicos hemos escuchado hasta el hartazgo éstas tres palabras “Tenés que leer”, y a mí, por lo menos, jamás me dieron un porqué válido para hacerlo. Sin embargo, esa falta de respuestas no ha sido un impedimento para que hoy día sea una persona con un acopio de más de trescientos libros en diversas lenguas…¿Me convierte eso en una asidua lectora? NO, mas bien me convierte en una asidua coleccionista, ya que apenas he leído tres de esos libros…como mucho!
Así que…¿Porqué leer? Bueno, como lectora de tres libros no creo tener la autoridad para responder esa pregunta.
Como escritora novata, aterrada por la idea de nunca ser leída, voy a responder que al menos hay que leer porque sí!
Pero como persona con ganas de crecer y hacer algo importante, digo que hay que leer porque la información es valiosa materia prima para cualquier empresa que tengamos en la vida y además, ó mejor dicho, fundamentalmente, la información es vital para nuestra supervivencia. Un claro y estúpido ejemplo de esto es que si no leyéramos la fecha de vencimiento de los comestibles, podríamos morir intoxicados si estuviera vencida.

La interpretación de la palabra escrita es tan solo una de las diversas formas de lectura. Leemos con los cinco sentidos, cuando vemos una película, cuando comemos, hasta cuando nos da comezón en la barbilla.
Nuestro cerebro está pidiendo información todo el tiempo, así que, queramos o no, somos lectores innatos.
La diferencia entre la lectura de lo escrito y todas las otras formas de lectura, es que, ésta última se produce de manera natural y casi inconsciente. En cambio la primera depende explícitamente de la decisión de hacerlo y ésta, a su vez, depende de tener una razón para decidirse.

He conocido unas cuantas personas en mi vida, muchas de ellas me han confesado con aguerrido convencimiento su desprecio por la lectura y muchas otras se jactaron de ser soberanos lectores. En cuanto a éste último grupo, pienso que no por mucho leer te conviertes en lector, de hecho es más probable que te conviertas en computadora, ya que todo lo que estarías haciendo es acumular una cierta cantidad de datos y funcionar en base a eso.
Lector es el que lee un libro y te lo cuenta como si él mismo lo hubiera escrito y hasta le modifica el contenido “a gusto y piacere”. Pero ante todo y por sobre todas las cosas, lector es el que lee el mundo con el cuerpo y con el alma, con la vida misma. Lector es el que te escucha con la mente y te responde con la mirada.
Me fascinan las personas que no agarran un libro ni para guardar pétalos ó que no tocan el diario para no mancharse los dedos y ni siquiera envían e-mails para no tener que leer las respuestas, pero, sin embargo, saben exactamente a qué hora va a llover por el olor del viento.
Hay otras personas, en cambio, que les preguntas dónde quedan las Islas Marianas y te dicen hasta las coordenadas marítimas para llegar en buque, pero luego les preguntas ¿Qué pesa más, un kilo de plomo ó un kilo de algodón? Y te responden “un kilo de plomo”.

Aún así, y a pesar de que convertirnos en soberanos lectores, la mayoría de las veces no nos ayuda a resolver nuestros problemas, ya que leyendo aprendemos mucho, pero casi nunca aprendemos a usar esa información.
Y a pesar de que, tal vez, no seamos “lectores del mundo” y que sigamos creyendo que un kilo de plomo pesa más que un kilo de algodón. Yo creo que hay que leer!
Es matemático, pues tenemos más razones para leer que para no hacerlo, ya que siempre que tengamos información, contamos con ventaja.

Internet, palabra que amo por cierto, ha transformado a la lectura en una parodia aterradora, por lo menos para mi gusto.
Por un lado, internet nos obliga a leer, ya que casi toda la información que circula por la red es transmitida de manera escrita; sin mencionar el chat, que de repente ha logrado que leer y escribir haya sido nuestra actividad favorita aunque sea por un momento. Por otro lado, el exceso de información que nos brinda internet es agotador, nos apabulla y nos mortifica y hace que cada vez queramos menos. Ahora queremos noticias cortas, e-mails cortos y hasta saludos más cortos de lo que son!
En salas de chat de habla inglesa, preguntas como ¿Qué edad tenés? ¿Sos hombre ó mujer? y ¿De dónde sos? Se resumen en tan solo tres letras…Sí TRES!: ASL cuyo significado es Age Sex Locality, o sea, Edad Sexo y Localidad. A lo que si uno responde, por ejemplo: 32 m UK, está dieciendo que es un hombre de 32 años de edad, residiendo en el Reino Unido.
Es casi inaceptable, me repugna la idea de comunicarme con abreviaturas existiendo palabras tan lindas para usar como “Internet”.

De todas maneras, abreviado o no, mi consuelo es que gracias a la red estamos leyendo más, al menos más que en los años 90s. Ya no decimos “lo escuché en la radio” o “lo ví en la tele”, ahora la frase de moda es “lo leí en internet”. El problema es que las modas pasan y la pregunta es ¿Cuánto tiempo más va a durar ésta moda? Ya que internet se está volviendo cada día más multimedia y en un futuro bastante presente, las frases de moda van a ser “lo vi ó lo escuché en Internet”.
Mientras tanto…mientras la única manera de leer un libro sea leyéndolo; mientras los diarios se sigan editando ( y si te mancha los dedos y eso te molesta, lee la edición digital); mientras los alimentos sigan viniendo en envases dónde esté indicada la fecha de vencimiento…Tenés que Leer!¿Porqué leer?...¿Porqué no?