domingo, 31 de diciembre de 2006

El molinito que encendió la mecha...!


Aún no alcanzaba el metro de altura pero él ya sabía con qué ojos mirar al mundo que en ése entonces era bastante diferente: Mientras Aramburu asumía la presidencia provisional de nuestro país; en Medio Oriente estallaba la Guerra de Suez y la Unión Soviética estaba en pleno proceso de "desestalinización".
Era el año 1956. Para algunos "el año del miedo", para otros una época en que las computadoras eran sólo un proyecto y los celulares ni siquiera un sueño.
Para Carlitos -como le decían- era un año más, en el que pocos de éstos acontecimientos se ganaban su desvelo.
Tenía apenas 5 años de edad y ya estaba en Primero Inferior. Sobresalía por naturaleza, pues era una suerte de niño prodigio perdido en el anonimato.
Según me cuenta, poco de lo que hacía por aquellos años, logra sorprenderlo hoy, y tal vez sea porque él en sí es una sorpresa viviente.
Pero a aquella primavera del '56, la recuerda diferente y aunque no lo sorprende, reconoce que lo sucedido lo marcó durante todo su camino...
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En alguna escuela de Boulogne (Prov. de Buenos Aires) la consigna era hacer un molinito de viento para la clase de manualidades.
Una tarea compleja para cualquier infante de Primer Grado, pero "pan comido" para Carlitos.
Papel glacé, una varita, doblar y pegar,...un soplido y listo!!! Molinito Ready for Use!! (listo para usar).
Y asi, todos los pequeños fueron saliendo del "cole"; uno a uno molinito en mano y orgullo en alto.
Carlitos, cuyo molinito era perfecto según dijo la maestra, fue uno de los últimos en salir.
Ya desde lejos no dejaba de observar a una mujer que esperaba en la vereda a uno de sus hijos mientras mecía en sus brazos a otro más pequeño de unos dos ó tres años que no paraba de "lloriquear" y estirar la mano.
Carlitos se dió cuenta de inmediato que todo lo que aquel pequeño quería era uno de esos tantos molinitos que veía pasar con los otros niños. Y sin siquiera pensarlo, se acercó a la mujer y mientras le extendía la mano con el codiciado juguete, le dijo:

.- Tome Señora...para su hijo!
La mujer más que sorprendida le replicó...
.- Gracias pero no te hagas problema. Eso lo hiciste para vos!
.- No se preocupe; yo me hago otro!!
Le contestó Carlitos de manera insistente y hecho todo un hombrecito.

La mujer entonces tomó el molinito, se lo dió al pequeño que por fín se calmaba y le dijo a Carlitos:
.- Gracias Corazón...
Luego, de su cartera sacó un billte de Un Peso Moneda Nacional y continuó su oración.
.- Tomá, lo menos que te mereces, es una propina.

Y ése Peso, fue como un interruptor que encendió algo en su cabeza.
Mientras regresaba a su casa, meditabundo iba mirando su billete. Cinco años de vida le alcanzaron para hacer una sola cuenta:
"Si por 1 molinito, una mamá me dió 1 peso ¿Cuántos pesos más podré conseguir si hago 20?"
Es que con 1 peso Carlitos podía hacer 20 molinitos ya que cada papel glacé le costaba 5 centavos.
Enseguida puso manos a la obra.
Compró el papel glacé, juntó varitas de sauce; del costurero de la madre consiguó alfileres "cabeza" para las uniones y de la cocina sacó fideos "dedalitos" para hacer el separador entre el palito y la hélice.
Sólo le faltaba el "mostrador" para poder exhibir los veinte molinitos.
Lo solucionó rápido, con un palo de escoba y una batata envuelta en papel de regalo que iba clavada al palo de escoba y en la cual irían clavados los molinitos.
Todo ésto lo hizo sólo y a escondidas y cuando por fín estuvo listo, salió a caminar por las calles y plazas de su barrio al mismo tiempo que pregonaba...¡¡¡MOLINITOS, MOLINITOS!!!

Mientras lo pudo hacer, tuvo éxito. "Los vendía como pan caliente" recuerda. Pero unos meses después tuvo que abandonar aquel primer "trabajo". Es que cuando sus papás descubrieron que él andaba vendiendo por las calles, le pegaron y lo castigaron.
Sin embargo no se frustró, pues la necesidad económica en la que vivía su familia y el deseo de tener su propio dinero lo empujaba a pensar y poco tiempo después, descubrió que los metales dejaban buenos dividendos y asi comenzó a recolectar todo trozo de metal que se le cruzara en el camino para luego venderlo por kilo...a escondidas, por supuesto!

Cincuenta años pasaron de aquella primavera. Juan Carlos ya no es Carlitos, pero sigue siendo aquel entusiasta vendedor y sospecha que ése inolvidable molinito fue el que encendió la mecha de su entusiasmo.
Aunque ha tenido más ocupaciones que años en el cuerpo, asegura que desde aquel episodio nunca ha parado de vender.
Es que vendió de todo y para todos: helados, gaseosas, revistas, café, golosinas, mercadería de contrabando (whisky, revistas porno, cigarrillos importados, vaqueros Lee etc; que compraba en el puerto cuando tenía 14 años), libros, electrodomésticos, zapatos, telas, lustra-enceradoras, fotos (sacadas por él), artículos de tocador para perros (en realidad eran para personas, pero eran tan "berretas" que él para poder venderlos, decía que eran para mascotas), ropa, cosméticos, relojes, sábanas, sapos (se los vendía a los laboratorios), artesanías (de propia manufactura).
Y en la actualidad, coleccionables y antigüedades; temática en la qué ha invertido 20 años de dedicación y la ha elegido cómo rubro de venta oficial para su "modus vivendi".
Para vender todos aquellos artículos mencionados antes, ha utilizado diferentes tipos de sistemas de ventas...
Timbreo: El que ofrece un artículo llamando puerta por puerta.
Pregoneo: Aquel que vocifera por la calle ofreciendo la mercadería.
Sembrado: El que deja la mercadería en cada casa y luego pasa a retirar ó cobrar.
Puestero: El que tiene un puesto (espacio) de venta en alguna feria.
Correro: Aquel que tiene una parada en cierto punto de la ciudad y hace show para ofrecer lo que vende.

Y por supuesto ha vendido en todo tipo de lugares: en la calle, en ferias (de la ciudad y del interior del país), en locales, en colectivos y hoy por hoy, como no podía ser de otra manera...vende en internet.
Mientras Juan Carlos recorre su historia por el sendero de los recuerdos, me comenta:
"La venta es la manera más rápida que conozco de ganar dinero. Por eso cada vez que me quedaba sin trabajo ó si ganaba poco, me metía en la venta para hacer algún dinero extra hasta conseguir un trabajo mejor"
Luego medita y agrega...
"Hoy me doy cuenta que, paradójicamente, el mejor trabajo que he tenido, fue el de vendedor; mientras que todos los empleos que conseguí, sólo me dejaron algún dinero extra."

Mucho le ha costado llegar a ésta conclusión. Ha tenido que enfrentar decenas de batallas psicológicas, fruto de la presión que la gente solía manifestarle cuando con cierta lengua filosa le decían "Juanca...¿porqué no te buscás un trabajo seguro en lugar de andar vagando por ahí?"
Hoy, mientras me mira altivo, recuerda aquellos consejos de perdedores perdidos y suspira...
Es el suspiro de un hombre, que se sabe dueño de una escuela de vida...!

Todavía vibran las palabras que Juan Carlos le dijo alguna vez a una quinceañera que berrinchaba por el trabajo que no quería hacer. Sus palabras fueron pocas pero tatuaron su memoria: "Nena, no importa lo que quieras hacer de tu vida. Importa que aprendas a vender aquello que hagas, ya sea que se trate de tu tiempo, tu producto ó tu servicio"

Diez años pasaron y aún se me anuda la garganta cuando recuerdo aquel día y aquellas palabras que fueron el mejor de los legados que alguien pueda recibir.
Demás esta agregar que mi papá no sólo me enseñó a vender...
También me enseñó a fabricar un molinito para poder incluirlo en la foto de ésta nota.


Foto-Colage: tiny TooLBoX Magazine
Imágen del Marco Antiguo: www.besphoto.com

3 comentarios:

Anónimo dijo...

excelente! me hace recordar la niñes que aveces unos no tiene tiempo para recordar

Melisa Escalante dijo...

Gracias por leer "anónimo"!!
En lo personal, creo que es muy saludable recordar la niñez. Deberíamos hacerlo más seguido!

Saludos!

Gifurama dijo...

hola, cuanto tiempo, disculpa que no te vicitara pero no habia tenido tiempo ni mi blog habia actualizado pero ya estoy en eso y en el curso de japones otravez, si tienes tiempo dame tu opinion del nuevo aspecto del blog.
saludos.

http://gifurama.blogspot.com